CELEBRAR LA FE

CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

Cada domingo, la celebración de la Sagrada Eucaristía es el momento de la semana en que podemos estar realmente más cerca de Dios.

Jesucristo se hace presente en el Altar en el momento de la Consagración, cuando escuchamos sus palabras a través de la voz del sacerdote celebrante: se hace realidad un “mundo nuevo” en el que no cuentan las coordenadas de tierra y de tiempo, aunque son en esas coordenadas donde se realiza el Misterio. 

 

 

RECUPERAR LA ALEGRÍA (aprender a confesarnos)

Una vida lograda es necesaria para “llevarnos bien” con nosotros mismos, con los demás y con Dios. La clave puede estar en aprender a pedir perdón, porque necesitamos ser perdonados para conocer poco a poco toda la verdad sobre nosotros mismos. Eso nos hace grandes y no lleva a ser cada vez más libres. 

Es cuestión de ponerse delante de uno mismo, de afrontar el encuentro sincero con los demás y, sobre todo y ante todo, de no tener ningún temor a poner ante la luz de la mirada de Dios nuestra vida, tal cual es. En esto se podría resumir la tarea de aprender a pedir perdón. Y es fácil comprender que al primero a quien se lo tenemos que pedir es a Dios porque, en el decir de Santo Tomás de Aquino, “solo es ofendido en aquello en lo que el hombre va en contra de su propio bien” (Suma contra Gentiles, parte III). 

 

CONFIRMACIÓN: RECIBIR AL ESPÍRITU SANTO

La plenitud de la fe, por obra y gracia del Espíritu Santo, que nos fortalece para ser testigos fieles de Cristo en medio de las dificultades reales del mundo que nos ha tocado vivir: “nuestro mundo”, nuestro lugar real de encuentro con Cristo y con los hermanos, los que tenemos más cerca y los que ni siquiera conocemos y que, cuanto menos, también han sido creados por Dios a su imagen y semejanza. Todos somos, en ese sentido, un sueño de Dios que se hará realidad si lo queremos libremente y, por lo tanto, si lo dejamos actuar en nuestras vidas. 

El Himno de la Misa de la Solemnidad de Pentecostés  nos da una pista de hasta dónde puede llegar la acción del Espíritu en nuestras vidas con esa plenitud que se inicia el día que recibimos el Sacramento de la Confirmación. 

En la Basílica de San Miguel hay diversos grupos de catequesis continuada que preparan a los candidatos hasta que están en condiciones de recibir el Sacramento. Cada año, el Nuncio Apostólico (Embajador) de Su Santidad en España, administra a los candidatos preparados el Sacramento de la Confirmación en torno al día de Pentecostés.

Para contactar: secretaria@bsmiguel.es

COMUNIÓN A ENFERMOS Y PERSONAS MAYORES

Es una tradición tan antigua como el cristianismo disponer de la Eucaristía para poder llevarla a los enfermos, encarcelados, personas mayores. Sigue siendo su alimento para el camino hacia Dios. Después de la celebración de la Misa, las personas que realizaban esta tarea guardaban en sus casas, en lugar digno y seguro, el pan consagrado que luego llevarían a los demás. La Iglesia Católica continúa con esta tradición. 

Todas las personas que lo deseen, pueden llamar al Despacho-Sacristía de la Basílica (915 48 40 11) y manifestar su deseo de recibir al Señor. Se les responderá lo antes posible para concretar días y horas.

PRIMERA COMUNIÓN (NIÑOS Y ADULTOS)

El primer encuentro con Jesús en la Eucaristía es un acontecimiento relevante en el desarrollo personal de la vida cristiana. De ordinario se recibe la Primera Comunión siendo niños, después de una preparación adecuada para comprender que no se trata de una fiesta externa y la ocasión de recibir múltiples regalos, sino de un encuentro personal con Jesús, Dios hecho hombre, que desea caminar junto a cada una y cada uno el resto de nuestras vidas. 

En algunas ocasiones, la historia personal conduce a recibir la Primera Comunión cuando ya han pasado varios años, o incluso mucho. Para facilitar las cosas, el comienzo de la preparación es personal, pues no hay forma de unificar una enseñanza única para situaciones dispares. Además, el momento de recibir la Primera Comunión se estudiará caso a caso. 

No se trata de un hecho puntual, sino de una relación que se desea mantener toda la vida, procurando superar las dificultades. Es preciso, por tanto, conocer a Jesucristo y pedirle al amor con el que quiere que le amemos, para así poder acompañarlo y dejarnos acompañar.
La Primera Comunion no puede ser la primera… y la última. Ninguna amistad es así. Tampoco nuestra amistad con Jesús, cuando es verdadera.

 

Más información: secretaria@bsmiguel.es

La Primera Comunión no puede ser la Primera y… la última. Ninguna amistad es así. Tampoco nuestra amistad con Jesús, cuando es verdadera.

LA PUERTA DE ENTRADA EN LA IGLESIA (BAUTISMO)

“Creo en un solo Bautismo para el perdón de los pecados el Bautismo es la puerta de la fe y la fuente de la vida cristiana es nuestra relación de hijos de dios y con los hermanos así como el punto de partida de un camino de conversión que dura toda la vida (…). 

“El Bautismo es importante para nosotros. ¿Pensamos a menudo sobre este regalo? ¿Sabemos el día en que fuimos bautizados?” [Papa Francisco, 2-I-2014] 

“El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el primero de los sacramentos, ya que es la puerta que permite a Cristo el Señor tomar morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio” [Papa Francisco, 11-IV-2018]. 

Es habitual que el Bautismo se reciba poco después de nacer. Sin embargo, cuando no ha sucedido así, el Amor de Dios se hace presente en la vida de las personas de modo inesperado y tantas veces sorprendente. Cuando una persona ha pasado la infancia y tiene verdadero uso de razón, es preciso que su preparación sea un camino donde va manifestando su deseo libre de ser bautizado según va comprendiendo lo que significa recibir este sacramento. Cada caso se trata con la delicadeza y el respeto que merece toda persona. 

Quienes deseen más información pueden escribir al Rector de la Basílica, que les dará las orientaciones oportunas: rector@bsmiguel.es

 

UNCIÓN DE ENFERMOS

La muerte es una experiencia humana universal, una de las poquísimas cosas de las que podemos estar seguros. Pero es una experiencia de la que el ser humano no tiene experiencia personal e íntima. Y desde fuera, se percibe como un acontecimiento nada fácil. 

Cristo, que conoce nuestra fragilidad, dejó instituido un sacramento exclusivamente para este acontecer, que cada persona va recibiendo cuando pasa por una enfermedad que puede ser grave, o bien cuando la edad hace prever que el acontecimiento de la muerte está más cercano, o cuando una enfermedad grave se agrava más aún. 

No es un sacramento para el último instante de la vida, sino que acompaña en los últimos tramos del camino hacia Dios, facilitando ese último instante. Los Servicios de Atención Religiosa de los Hospitales y Clínicas tienen experiencia y disponibilidad para asistir a los enfermos hospitalizados. 

Como en otras iglesias, también en la Basílica Pontificia de San Miguel se administra el Sacramento de la Unción de Enfermos en fechas concretas, durante la celebración de la Eucaristía. 

Se anunciarán oportunamente los días.