PROTAGONISTAS DE
NUESTRA VIDA
LA AVENTURA DE LA LIBERTAD
Para ser protagonistas de los acontecimientos del mundo es indispensable comenzar por ser protagonistas de nuestra propia vida. “Dios, al crearnos, ha corrido el riesgo y la aventura de nuestra libertad. Ha querido una historia que sea una historia verdadera, hecha de auténticas decisiones, y no una ficción ni un juego». Así escribía un santo que celebró en la entonces iglesia Pontificia de San Miguel su primera Misa en Madrid, el 20 de abril de 1927: Josemaría Escrivá de Balaguer.
El protagonismo en la propia vida va de la mano con nuestra limitación personal: en muchos aspectos somos dependientes; y si consideramos que esta dependencia es recíproca, entonces también cabría decir que somos interdependientes. La libertad, por lo tanto, no se basta a sí misma: quedaría vacía si no la empleamos para comprometernos en cosas grandes, magnánimas.
ENCUENTROS CON EL MUNDO Y LA VIDA REAL
Necesitamos testimonios, presenciales, escritos o filmados de personas soñadoras que pongan a nuestra disposición su imagen del mundo y cómo ha influido en su vida personal.
Somos parte del mundo creado. Necesitamos aprender a relacionarnos con toda la creación, y sobre todo con las obras de arte que somos cada ser humano, por deteriorado que esté.
La imagen del mundo que cada una y cada uno tengamos, va a configurar en buena parte nuestras acciones, nuestros proyectos. Incluso puede llegar a afectar a nuestra capacidad de soñar en grandes cosas.
Por otra parte, es importante soñar en las coordenadas de la vida real: es la vida que existe de verdad. Muchas personas tienen miedo y se convencen de que la vida es tal y como ellas la ven, como la piensan o, lo que es más arriesgado, que es según sus ideales o sus creencias. Confunden la meta con el camino hacia ella y la quieren lograr ya en el caminar de cada día.
Pero eso no es posible. Se corre el riesgo de encerrarse en una “burbuja” repleta de “clones” donde se vive con tranquilidad, pero fuera de la realidad.
Todos necesitamos de una “burbuja” para los primeros pasos, para crecer en los aspectos básicos de la vida. Pero es preciso “hacer salidas” al exterior, con sentido común, hasta que llegue un momento en que la “burbuja” es un lugar de descanso, el lugar a donde volver, repostar, relajarnos… No el lugar donde vivir para siempre.
Salir de la burbuja a la Estratosfera, donde está la vida real, es imprescindible para crecer y madurar, para estar en condiciones de afrontar la vida que nos toca vivir. Tiene sus riesgos, se necesita tener interlocutores válidos en quienes poder confiar
SABER “HACERSE CARGO”
Una persona que lidera es alguien capaz de “hacerse cargo” de las personas con las que trabaja y, poco a poco, lograr que cada una y cada uno descubra sus capacidades y dé lo mejor de sí en cada tarea, grande o pequeña, que tenga entre manos.
A la vez, vivimos en una civilización donde prima la eficacia, en la que todo se mide por resultados tangibles, también las propias capacidades personales. “Hacerse cargo” de uno mismo y de los demás supone entrar en el amplio mundo de los valores intangibles y descubrir su papel insustituible. Es una cualidad (intangible) de los líderes que han cambiado el mundo sin dejar “cadáveres” en el camino.
Iremos descubriendo o redescubriendo los intangibles que enriquecen las vidas personales, las relaciones humanas del tipo que sean y nuestra relación con el mundo en que vivimos.
Liderar un cambio que no aparecerá en los libros de Historia porque estará escrito en los corazones de quienes se cruzan con nuestras vidas. Eso han hecho siempre los grandes maestros (Sócrates: “Los grandes maestros no escriben»). Eso es lo que hace Dios con cada persona.
EL CAMINO DEL NOVIAZGO
Del “me gustas” al “te quiero”: un camino necesario para llegar al “te amo”,
dando el último salto sin paracaídas en el camino de la vida. Conocerse, conocer al otro, conocimiento mutuo. Y conocer a Dios para reconocer una llamada suya en ese camino de un amor que crece con deseo de plenitud.
CHECK-IN AL MATRIMONIO
Cada día, sin agobio, un deseo: “hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana”. Y chequear que ha habido, al menos, algún pequeño detalle que lo hace visible. O dos: uno por la mañana y otro por la tarde.
Pero el tiempo pasa, las coordenadas varían, los “engranajes” del amor necesitan ser ajustados a las nuevas situaciones para que no deje de crecer, aunque sea solo un poco, para que no deje de iluminar al mundo en que vivimos.
Situaciones nuevas inesperadas y sorprendentes; errores que dejan huella… y hay que tratar de que no sea una huella permanente, dejando actuar al Amor de Dios que hace “nuevas todas las cosas”. Descubrimientos maravillosos. Dificultades inesperadas.
De ordinario son cosas, situaciones, que no forman parte del amor pleno que se empezó a construir en su momento. Pero se amontonan, intentan penetrar o, al menos, echar raíces a su lado para impedir su desarrollo.